Traducción de David Ayala Alfonso
La proliferación rápida y algo
impredecible de la tecnología digital contiene un conjunto de prácticas mixto,
si no contradictorio, que afecta diversos modos de producción y varios tipos de
economías. Si consideramos la noción de égaliberté
(la demanda incondicional de igualdad-libertad que trasciende cualquier orden
existente) acuñada por el filósofo francés Etienne Balibar en el contexto de la
tecnología digital, podríamos decir que, debido a su naturaleza única, la
información digital tiene un tremendo potencial revolucionario. Como señaló en
1989 el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan: “La tecnología le
hará al Estado cada vez más difícil el control de la información que recibe su
gente. [...] El Goliat del totalitarismo será derribado por el David del
microchip.” Todo esto es debido a un hecho simple: cualquier cosa que pueda ser
representada en código digital, como una serie de unos y ceros, puede ser
copiado a un costo muy bajo y sin pérdida con respecto al original. Una vez la
infraestructura necesaria está en su lugar, la información digital no es un
recurso escaso. En consecuencia, la cornucopia economía digital parece
trascender las limitaciones físicas de las economías tradicionales. De la misma
forma, a nivel social, el mundo digital se ha visto como el primer germen de
nuevas formas de organización, las cuales tendrán efectos políticos radicales.
Organizaciones voluntarias de hackers y las diferentes actividades de la
sociedad civil que son organizadas con la ayuda de Internet son vistas, por un
lado, como proveedores de sangre fresca para el ideal habermasiano de la comunicación
democrática y, por otro lado, como formas completamente nuevas de
autoorganización y autogestión cívicas (para teorías de comunidades hacker, ver Castells 1996, Himanen
2000). Por ejemplo, mientras Michael Hardt y Antonio Negri (2004, pp 301ff)
buscan ejemplos de nuevas multitudes, e interceden por éstos como modelos
básicos de políticas futuras, Hardt y Negri se vuelcan hacia las comunidades
del software de código abierto y actividades relacionadas. Cuando la naturaleza
auto-organizativa de las comunidades hacker se combina con la observación de
que el código digital no es un recurso escaso, obtenemos una utopía
cibercomunista en la cual, organizaciones voluntarias y comunidades de trabajo
no alienado se desenvuelven en una economía post-escasez (ver, Zizek, 2002,
2006, Merten 2000). Es aquí cuando la noción de égaliberté se encuentra con la economía de los recursos digitales:
la información digital es una materia en crudo, herramienta y producto pueden
ser abundantes, velando por una economía digital de compartir-y-compartir en
las mismas condiciones. Esta idea es presentada por Slavoj Zizek con un
patetismo característico:
Entonces, no sólo tenemos las utopías del cibercomunismo,
sino también los cambios internos en el modo de producción capitalista apoyado
en la tecnología digital. Estas utopías y cambios son particularmente
relevantes para las industrias creativas. La creación, circulación y
comodificación de los artefactos culturales tiene lugar cada vez más por medios
digitales y dentro de ambientes digitales. Dentro del modelo capitalista de la
producción, esto ha llevado, primero, al reconocimiento de la creciente
importancia económica de la producción creativa. La noción de la clase creativa
de Richard Florida y los esfuerzos de varias naciones, incluida Finlandia, que
se dirigen hacia el aceleramiento de sus exportaciones de productos culturales
son prueba de ello. La segunda
consecuencia es la creciente cantidad de atención que es prestada a las
diferencia en las condiciones y modos operativos entre la economía comercial
tradicional y la “segunda economía”, tal como fuese recalcado por la esfera
digital. Una escuela completa de escritores (para un semblante, ver Lessig
2004) ha afirmado que adicional a la “primera” economía comercial, existe otra
economía, llamada también economía amateur, economía del compartir, producción
social, economía no-comercial, economía P2P, e incluso la economía del regalo.
El problema que estos pensadores quieren señalar es que la “segunda economía”
funciona bajo principios propios, y que cualquier intento de forzarla dentro
del molde de la primera economía sería desastroso. Esta discusión se basa en
las problemáticas de la propiedad de la información, el copyright y el diseño
de arquitecturas de información. La tensión entre las dos economías aumenta para convertirse en dos visiones del mundo que pueden ser detectadas fácilmente en diferentes niveles sociales. Los investigadores de medios Colin Lanshear y Michelle Knobel (2006) han caracterizado éstas diferentes mentalidades o actitudes. En la primera, el énfasis está en el negocio tradicional, mientras que en la segunda se trata de desarrollar nuevos conceptos, vocabularios y prácticas que capturen la realidad de la creatividad social-digital.
La esperanza en la emergencia de la
segunda economía recae en la promesa de una post-escasez y un modo de trabajo
no-alienado. Incluso, si una utopía cibercomunista se encuentra aún lejos, ¿qué
comerán los hackers? ¿Será todo el mundo un hacker? –ya se puede sentir un
cambio dentro de la primera economía. Al adoptar aspectos de la segunda economíaa,
la primera intenta presentarse “con una cara humana”. De nuevo, esta imitación
es percibida en varios frentes: escuelas y universidades que quieren expandir
su alcance al proveer acceso al aprendizaje informal, utilizando herramientas
de comunicación social, y presentándose como centro de interacción social, más
que como instituciones formales y de poder; los estados nacionales quieren
trasladar la atención desde las industrias tradicionales a la competencia en
términos de diseño y experiencias de calidad; y las compañías invitan a sus
clientes a co-crear sus próximos productos en un proceso en el cual, se supone
que la innovación misma está diseminada e igualada. De nuevo, Zizek (2006) pone
su dedo en el pulso cuando discute un nuevo modelo de negocio donde “nadie
tiene que ser vil”. Un paso eliminado de la utopía del cibercomunismo, Zizek
nombra este nuevo ideal de la primera economía bajo la apariencia de la
segunda, “comunismo liberal”. Éstas son las reglas del nuevo capitalismo,
nomádico, sin fricciones, y orientado a la industria cultural:
(Zizek 2006) Todo esto está muy bien, tal y como
va. Pero así como muchas otras formas de la primera economía que apropian
características de la segunda, la economía del comunismo liberal olvida de
forma conveniente las condiciones estructurales esenciales de su propia
existencia. Para que Bill Gates pudiese dar grandes sumas de su fortuna a la
caridad, primero tuvo que colectar su riqueza utilizando despiadadas prácticas
de monopolio. En términos más generales, “Los
países desarrollados están ‘ayudando’ constantemente a los no desarrollados
(con créditos y otras ayudas), y de esta manera evitando la cuestión clave: su
complicidad y responsabilidad por la miserable situación del Tercer Mundo. La
noción clave es Outsourcing. Se exporta el lado oscuro (necesario) de la
producción –labor disciplinada y jerárquica, contaminación – a ubicaciones
‘no-inteligentes’ en el Tercer Mundo (o invisibles para el Primero).” (Zizek
2006). Lo que se esconde detrás del comunismo liberal, de forma deliberada o
no, es la violencia estructural inherente al capitalismo global. Zizek señala
que el comunismo liberal puede funcionar sólo enmascarando la violencia
estructural (económica, social y política) en donde se realiza la
‘subcontratación’ de dichas prácticas. Contra esto, él insiste en un
universalismo realq que trascienda todas las identidades locales (étnicas,
nacionales, de género, etc.). Para Zizek, Las identidades locales no son una
fuerza que se opone al capitalismo global, ya que es muy sencillo manipular,
crear y comercializar dichas identidades. Se podría preguntar, sin embargo, si
la utopía del cibercomunismo en sí misma contiene una cierta cantidad de
violencia estructural, una violencia que ya es familiar desde etapas tempranas
del cambio cultural. Procedamos de acuerdo con la hipótesis de que las áreas
referenciadas por la frase “industrias creativas” son precisamente los lugares
donde se discierne sobre el sesgo estructural y la violencia subsiguiente de
las utopías cibercomunistas. Ya que el movimiento del software gratuito/de
código abierto es presentado de manera tan frecuente como el paradigma de las
nuevas formas de trabajo intelectual, consideremos por un momento a la joya de
la corona de dicho movimiento, el sistema operativo GNU/Linux. Está disponible
para que cualquier persona lo utilice, modifique y redistribuya en la red. En
2002, se estimaba que una distribución típica de GNU/Linux (Debian) contiene
más de 55 millones de líneas de código fuente , y que si hubiese sido creado
utilizando metodologías tradicionales de desarrollo de software propietario, su
costo habría sido de 1900 millones de dólares (Gonzáles-Barahona et al., 2002).
Esto ocurría en 2002, y ahora mismo, esta cifra habría aumentado. Es fácil ver
que este tipo de valor creado y distribuido gratuitamente es de hecho algo no
visto con anterioridad: semillas de intercambios de productos no-básicos. EL
hecho de que GNU/Linux tenga un inmenso valor de uso para miles de personas
alrededor del mundo muestra cómo las comunidades auto-organizadas y que
cooperan gratuitamente pueden realizar trabajo real. La transferencia de
habilidades y conocimiento que se desarrolla en la comunidad de Linux puede ser
uno de los mejores ejemplos que hay de una organización voluntaria global. Sin
embargo, las estructuras de inequidad aparecen rápidamente. Muchos
desarrolladores del núcleo de Linux son hombre relativamente jóvenes. Además,
la mayoría proceden de Norteamérica o Europa. En el caso de Debian, esto se
cumple. Típicamente, los desarrolladores han recibido algún tipo de educación
formal, y el número de personas con doctorados en este grupo es bastante alto,
más del 10% . De nuevo, la mayoría de los desarrolladores vienen del Norte
global (ver, Mikkonen et al., 2006). Éste sesgo geopolítico no es tan sólo un
hecho histórico, un fósicl creado por la iniciación de estos proyectos en el
norte. Durante 15 años o más que los proyectos han estado en desarrollo, sólo
ha ocurrido un cambio menor, con programadores individuales en Brasil, India y
otros países del sur involucrándose. De hecho, hay tantas razones para creer
que las divisiones económicas en el mundo real se multiplican en el mundo
digital como para creer que existen motivos para cree que la tecnología digital
podría cerrar estas brechas. SI consideramos el hecho de que, durante el año
que va entre el verano de 2005 y el verano de 2006, el núcleo de Linux recaudó
más código del dominio .mil (militar) que de la mayoría de los países del
tercer mundo, inmediatamente tenemos una sensación de que el viejo colonialismo
continúa, pero con un nuevo disfraz. O pensemos en otro proyecto igualmente
celebrado, la enciclopedia libre online Wikipedia (www.wikipedia.org). La versión
en inglés de Wikipedia tiene cerca de 1.5 millones de artículos (4.10.2006), y
las versiones en otros idiomas se desarrollan rápidamente. De nuevo, el trabajo
se basa en la idea de la cooperación voluntaria en los términos de la “segunda
economía”. Actualmente Wikipedia maneja una política del “Punto de Vista
Neutral” (PVN): cuando se discuten cuestiones controversiales, los artículos de
Wikipedia deben reflejar todos los puntos de vista significativos, de manera
justa y sin sesgo”. El PVN es, conscientemente, un punto de vista, no la
ausencia de todos los puntos de vista. Esto significa que como las
Enciclopedias de la Iluminación, la Wikipedia tiene una racionalidad propia. El
racionalismo excesivamente positivista de la Ilustración ha sido ampliamente
criticado por más de cien años. Hemos aprendido que, más que ser una bendición
para toda la humanidad, como se pensaba, la racionalidad Ilustrada significaba
que la supresión, si no peor, de diferentes racionalidades y de la gente que
creía en ellas. Mientras el PVN de Wikipedia no es tan rebioso como las formas
más virulentas de la racionalidad Ilustrada, es claro que la prominencia
creciente de la información ‘Wikipediefiada’ será corrosiva con respecto a
ciertos tipos de racionalidades comunitarias y religiosas, entre otras. De la
misma forma, para que Wikipedia funcione, necesita un cierto tipo de masa
crítica (para resistir el vandalismo, para promover el crecimiento del
contenido, la diversificación de los roles de los colaboradores, etc.).
Mientras sea menor la comunidad (lingüística), menores serán las posibilidades
de una Wikipedia vibrante. Además, masa crítica significa normalización, lo que
en sí misma opera en contra de ciertos tipos de identidades comunitarias. Desde
el punto de vista del usuario, el hecho de que la Wikipedia en Inglés sea mejor
que, por ejemplo, la versión Suomi (Finlandesa), proporciona un impulso
adicional hacia un idioma hegemónico y sus valores. Estos dos pequeños ejemplos
deberían servir para mostrar que la utopía cibercomunista no es de ningún modo
neutral con respecto a las identidades locales. De hecho podríamos sospechar
que las estructuras de poder de la primera economía son visibles en la esfera
digital. Si éste es el caso, se revela un nuevo aspecto del impulso hacia la
cultura como el campo de juegos para el comercio. Las posibilidades para que
áreas lingüísticas pequeñas como Finlandia desarrollen un negocio exitoso desde
las industrias creativas son desoladoras, a pesar de las oportunidades
digitales. Los Sibelius y los Aaltos de las generaciones anteriores aprendieron
su oficio desde Europa, y al infusionarlo hábilmente con el “colorido local”,
lo vendieron de nuevo a su fuente. Compositor clásico o arquitecto moderno son
ocupaciones europeas, y un finlandés puede tener éxito en éstas sólo en la
medida en que pueda volverse europeo. ¿Por qué serían diferentes las cosas con
respecto a la creación digital? Para estar seguros, Finlandia es una nación
rica, altamente modernizada, con una población bien educada. Ésta es una de las
razones por las cuales la tecnología de punta ha sido uno de nuestros casos de
éxito. Pero, ¿dónde está la cultura Finlandesa, por ejemplo, en un teléfono
Nokia? Muy poco. Incluso el diseño de los teléfonos es un estilo global
reciclado, con pocas mejoras, y la producción es subcontratada a un punto tal
que nadie quiere saber sobre el rastro tóxico que conduce a las minas ilegales
en Nigeria. Si la promesa del “cibercommunimismo creativo” es una promesa
vacía, como en el caso de Finlandia, ¿cómo son las condiciones en otras áreas,
igualmente pequeñas, pero menos ricas? Correspondiendo con la demanda del
mercado de teléfonos móviles estilizados, hay cero demanda por las partes
no-europeas de la cultura Finlandesa, tal como la eräkirjallisuus (“literatura popular[1]”),
donde los viajes de cacería y pesca se describen en variaciones interminables
bajo la fórmula del cuento corto. Este tipo de literatura no es políticamente
correcto, ya que implica la matanza de animales, es leída y escrita por hombres
que no pertenecen a las élites, y siempre gira de forma ritual alrededor de la
misma narrativa: dejar el hogar para ir a la naturaleza, cazar o pescar, y
ganar algo en el proceso. No hay cantidad alguna de dinero que lave la
incorrectitud política de eräkirjallisuus y la haga atractiva para el público europeo o global. Mejor escribir novelas de detectives –un género
europeo – con sabor local; el acenso del la (novela) detectivesca escandinava
aún puede ser evidenciado. Todo esto apunta a hecho de que, en el caso de las culturas y áreas lingüísticas pequeñas, los problemas y posibilidades de la era digital son significativamente diferentes de aquellos de los jugadores más grandes y predominantes. También significa que los intentos por entender la labor intelectual de las industrias creativas no pueden recaer de forma exclusiva en las herramientas creadas en las discusiones críticas en el corazón de Europa. Los post-post-ismos surgiendo desde Italia hasta Francia tienen apenas tienen buena acogida en un contexto que hasta ahora entra en la fase que los críticos culturales como Adorno describieron en sus escritos clásicos de posguerra. En Finlandia, la primera generación que gusta de comprar, y que nunca ha estado preocupada por ahorrar dinero y no gastarlo, apenas está emergiendo. De la misma forma, un público masivo para las telenovelas constituye un fenómeno reciente. Por consiguiente, el análisis crítico de una sociedad de masas y de una industria cultual está captando gran interés en el mismo momento en que, a su vez, está siendo relegada. Esto pone de relieve de forma clara la visión expresada por el líder indígena americano Russell Means en un discurso de 1980: “No puedes juzgar la verdadera naturaleza de la doctrina revolucionaria europea sobre la base de los cambios que ésta propone dentro de la estructura de poder y la sociedad europeas. Sólo puedes juzgarla por los efectos que tendrá en las comunidades no-europeas.”
Castells, Manuel (1996). The Rise of the Network Society. London: Blackwell. González-Barahona, Jesús M.; Ortuño Pérez, Miguel A.; de las Heras Quirós, Pedro; Centeno González, José; Matellán Olivera, Vicente (2002). “Counting potatoes: The size of Debian 2.2” Retrieved 4.10. 2006 from http://people.debian.org/~jgb/debian-counting/counting-potatoes/ Hardt, Michael and Negri, Antonio (2004). Multitude. London: The Penguin Press. Himanen, Pekka (2001). The Hacker Ethic. Random House, New York. Lankshear, Colin & Knobel, Michelle (2006). “Blogging as Participation: The Active Sociality of a New Literacy.” Retrieved on 4.10. 2006 from http://www.geocities.com/c.lankshear/work.html Lessig, Lawrence (2004). Free Culture. London: Penguin. Means, Russell (1980). “For American to Live, Europe Must Die” Retrieved on 4.10. 2006 from http://www.russellmeans.com/speech.html Merten, Stefan (2000). “GNU/Linux - Milestone on the Way to the GPL Society”. Retrieved on 4.10. 2006 from http://www.opentheory.org/gplsociety/text.phtml Mikkonen, Teemu; Vainio, Niklas & Vadén, Tere (2006). "Survey on four OSS communities: description, analysis and typology" in Nina Helander & Maria Mäntymäki, Empirical Insights on Open Source Software Business, eBRC Research Reports 34, Tampere 2006. Reagan, Ronald (1989). Speech at London's Guildhall, 14 June 1989. Quoted in Kalathil, S. & Boas, T.C., 2003, "The Conventional Wisdom: What Lies Beneath?" First Monday, volume 8, number 1. Retrieved 2.4. 2004 from http://www.firstmonday.dk/issues/issue8_1/kalathil/kalathil_chapter1.html Zizek, Slavoj (2002). “A Cyberspace Lenin: Why Not?” International Socialism Journal, #95 Summer 2002. Retrieved 4.10. 2006 from http://pubs.socialistreviewindex.org.uk/isj95/zizek.htm Zizek, Slavoj (2006). "No one has to be vile." London Review of Books, Vol. 28 No. Retrieved on 4.10. 2006 from http://lrb.co.uk/v28/n07/zize01.html
[1] El término utilizado en la versión original del artículo se refiere más a expresiones como “salvaje” o “yerma”. El término popular se utiliza como una forma general del término, debido a la inexactitud de estos términos para nombrar esta expresión cultural, al momento de su traducción (N. del T.) |